viernes, 12 de diciembre de 2014

ME ENCONTRÉ A JESÚS.

ME ENCONTRÉ A JESÚS.
Saliendo del Hospital General del IGSS, a donde llegue a las 6:00 de la mañana. Mi hija menor que es la que casi siempre me acompaña, tenía que estar en la universidad en su curso de vacaciones. Me bajo del carro, me entro, fue a entregar el carnet en la parte interior de Laboratorios, me paso haciendo la señal de la Cruz y tranquila Mamita, cuando usted salga, llame a mis hermanas que la llevaran, a la Unidad de Autonomía del IGSS, en otra parte para ver si ya hay sus medicamentos para el Lupus.

1.      Les hago este preámbulo, para que miren,  el recorrido que hace Jesús en nuestras vidas. El recibir de mi hija la bendición de la señal de la Cruz en mi mente, corazón y cuerpo. Si se dan cuenta, se formo la señal de la Cruz cada vez que nos persinamos, o santiguamos como decían nuestras abuelitas.   
2.      A la hora me llamaron para que ingresara al Laboratorio, ya que me encontraba en el corredor del Hospital, titiritando de frío sintiendo un fuerte chiflón, que cala hasta los huesos. Siempre tengo la dicha que me toca el mismo técnico que me extrae la sangre en varios frasquitos. Tranquila Doña Karin, en el nombre de Jesús acá esta su venita.
3.      Vino sola? Me indaga rapidito, viendo a varios lados para llamar a mi hija y me ayude con la silla de ruedas. No le he respondido, solo me vino a dejar, pero ya vendrán por mí. Permítame que la saque y la lleve a la mitad del camino, para que no le sangre su bracito pinchado me dijo el técnico, y me ayudo a salir.
4.      Ya cerca de la salida principal del Hospital, me ubique donde no fuera a estorbar a nadie con la silla de ruedas y a esperar que me llegarán a recoger. Aprovechando la estadía en ese lugar me puse a orar y pedir por todos los enfermos internos del Hospital y los que llegan a la emergencia y sus familias.
5.      A mi lado había una anciana que sonreía, y de repente le salía una sonrisa reflejada en su rostro arrugado, cansado y con frío. Cállate le decía  un hombre de 66 años, a la anciana, va a pensar la gente que estas loca. La anciana más risa le producía oír lo que le decían. El hombre insistía en seguir diciéndole cosas. Y ….nadie le decía algo!!! . -Bueno dije yo: No se da cuenta que su sonrisa es debido a que se acordó de algo lindo que le sucediera en su vida y usted la regaña por ello.  Y la anciana respondió: Si Doña eso merito es. Me estaba recordando cuando el Padre de este hombre lo cargaba ya siendo grande, para ayudarlo a llegar a casa. Y si Él lo oyera la gran reprimenda que le daría. Y por eso más risa me da, ya que mi esposo ya esta en el cielo y me ha dejado a este, para que me ayude. – Otra mujer la interrumpe y le pregunta : ¿Y por que cargaba el señor a su hijo, si ya era grande y yo lo miro sano?. – Ha dijo la anciana es que el era un borracho y su Padre y yo lo salíamos a buscar a la calle para llevarlo de nuevo a su hogar. – El hijo bajo la cabeza y se salio a la calle. – La anciana nos dijo a quienes la oíamos Ya regresara, siempre lo hace, y saco sus manos del poncho que llevaba y observe que tenía un rosario entre sus dedos…….
6.      Llegaron mis hijas mayores, con las nietas a recogerme y llevarme a otra Unidad del IGSS donde me atienden por Hematología y Reumatología, ya casi cumplo un mes y no llegan a  Farmacia las medicinas que son para el Lupus. Me equivoco de cuadra donde tenía que cruzar mi hija con el carro y quedamos mejor que si lo hubiese planeado. Hasta parqueo tranquilo y cercano y seguro había en la avenida. Cruzamos la calle y un hombre que lustra los zapatos le grita a mi hija, suba a su Madrecita por la rampa, así no la golpea con la grada al intentarla subirla. Ingresamos y mi hija se queda en un costado mientras indago sobre mis medicamentos, en la ventanilla de entrega de las recetas. Ya son las 9:00 de la mañana y me muero de hambre y tengo mucha sed. Me cuesta hablar ya que la boca la tengo seca y al ver la señorita del otro lado de la ventana que agitaba mis recetas, me las recibe y me dice, no hay ninguna de las 3 recetas. Señorita disculpe. He estado llamando a los teléfonos que ustedes dan y nunca responden. Llamo a bodega y dicen que el medicamento ya ingreso, pero que farmacia no lo ha retirado. Vuelvo a llamar y me indican que aún no lo han retirado. Si vino pero ya se termino, como puede ser que en 3 días se termine y en esos 3 días me han dicho que ustedes no lo habían retirado. A que número llamo? Me cuesta movilizarme y no puedo venir todos los días. Se levanto enojada la señorita y al verme sentada en la silla de ruedas se me queda mirando y me dice: En verdad lo siento señora, pero no es culpa de nosotros, Y no le tengo respuesta. Yo si tengo una señorita, entonces pasare el fin de año en el hospital internada ya que soy paciente crónica y lucho por mi vida.  Se alejo de la ventanilla y no la volví a ver.
7.      Gire mi silla y venía una señorita de información y la paro. Le cuento lo que me sucede y le digo tiene usted alguna solución a mi problema, ya que voy a dirección y la secretaria me entrega estos teléfonos y ella nunca me responde, ya que dicen que esta de permiso o que salio.   Me mira con ternura la señorita: Nancy Gómez de información y me pide mis recetas, me coloca en una esquina para que no interrumpa el paso de los demás pacientes y me indica que la espere. Regresa a los 20  minutos y me pide dos números telefónicos para llamarme. Que ella personalmente estará al pendiente y que me retire tranquila a mi casa. Que coma algo por que me mira muy pálida, abríguese mejor. Le pregunto su nombre y le agradezco con un Dios la bendiga señorita……la abrazo y ella sonríe y me dice si no he hecho nada. Si lo ha hecho, me voy tranquila por que estaré esperando su llamada y me ha dado una esperanza de pasar estos días con mi amada familia y no en el hospital internada. Me retiro y le digo a mi hija que me alcanza en la puerta: se que Dios pondrá sus manos para que esto se solucione positivamente y tendré mis medicinas.
8.      Aún en los momentos de dificultad Jesús nos enseña, que debemos de ser pacientes. Y me pongo a contar, cuantas veces vi, la dulzura de Jesús  y su presencia en las horas que van pasando y la mayoría de veces no las queremos percibir.

Jesús esta naciendo de nuevo entre cada uno de nosotros, dejémosle pasar y no nos asustemos si sentimos que nuestras fuerzas ya nos abandonan y que nuestra mente ya no es la misma. La edad y la enfermedad del Lupus no pasan desapercibidas y más sin embargo estoy con una sonrisa en mi cara y corazón.

Agradeciendo a Jesús y María el permitirme estar con mis hijas aunque sea en mis entre carreras, trafico, prisas  y dificultades, ya que ellas también tienen sus responsabilidades y están pendientes de nosotros, digo nosotros por mi esposo y mi persona.

Siempre pienso hoy escribiré menos, pero las palabras fluyen y espero que les ayude de algo en estos días en que la tristeza y alegrías se suelen entre mezclar en nuestro diario vivir.

Contemos nuestras bendiciones y encuentros con Jesús.

Besos mis amorcitos lindos que mis palabras les llene de calor humano, no sientan el frío de esta temporada. Y reciban las bendiciones que nos vienen a manos llenas.

Escribió: Licda. Karin Lange.
Guatemala lunes 8 de diciembre 2014.

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